Benedicto XVI, antes de llegar a Australia, se desayunó con que muchos de sus colegas oceánicos no le perdonan la vida ni a los canguros. "Debe quedar claro: ser un sacerdote auténtico es incompatible con los abusos sexuales, los sacerdotes están al servicio del Señor", se defendió el Papa alemán a la vez que pidió perdón por las atrocidades cometidas por muchos pastores de su iglesia en aquel país. Luego recalcó: "Es esencial que la Iglesia se reconcilie, prevenga y ayude en este problema". O sea, el pontífice sigue dando a entender que hay que tener mucho cuidado con los curas, y máxime si alguna víctima de abuso espera que la Iglesia ponga un sacerdote sospechado a disposición de la justicia. No. Sólo se ofrece reconciliación y prevención, nunca justicia para una larga lista de violaciones, entre las que ya hay 107 condenas.
Las víctimas de abusos aseguran que la Iglesia Católica en Australia sigue encubriendo los casos que involucran al clérigo, pese a que ha pagado compensaciones y ofrecido disculpas. La Iglesia, por su parte, niega las acusaciones, lo cual es contradictorio con la determinación de pagar indemnizaciones para sacarse de encima escándalos. Recordemos que el Papa ya tuvo que pedir perdón por los abusos sexuales durante su visita a EE UU. Faltaría que se dé una vueltita por Sudamérica, pues aquí también hay casos de abusos sexuales y las vístimas son giualmente seres humanos, ultrajados por sacerdotes "no auténticos", como Benedicto gusta llamar a los violadores con sotana que, pese a todo, siguen haciendo parte de la Iglesia.
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