viernes, 13 de junio de 2008

El chileno

Junto a su grupo de encuestadores, Marianela iba en la traffic camino a Río Cuarto. Eran las ocho y media de la mañana del primer viernes de junio y los tenues rayos del sol ya auguraban un hermoso día para trabajar en la calle. Cuando estaban a sólo un kilómetro de la entrada de la ciudad del sur, el equipo divisó una protesta en medio de la ruta nacional 158. Era un piquete de camioneros, quienes reclamaban al Gobierno nacional que remediara su conflicto con los productores rurales. En un imprevisto viraje, los camioneros se habían puesto a favor del sector al que hacía apenas semanas enfrentaban.
Marianela pensaba todo esto mientras sintió un poco de alivio al saber que los manifestantes no le frenarían el paso a coches particulares que no llevaran carga alguna. Pero cuando se acercaron un poco más con la traffic, vieron que un camión se había apostado en la ruta atravesándola en sus dos manos e impidiendo el paso de todo vehículo que venía de Córdoba. Se acercaron y notaron que se trataba de un camionero chileno, molesto por el piquete de transportistas argentinos que no le dejaban proseguir su camino hacia su país.
Era de no creer. La fila se hacía larga y Marianela no dudó, como muchos otros automovilistas, de bajarse de la traffic para acercarse al camión y así tratar de convencer al chofer extranjero para que saque su vehículo de ahí. Aunque no había forma de hacerle cambiar de opinión.
- Escuchame, hermano, si a vos te perjudica el piquete no te la agarrés con nosotros.
- Es que yo debo llevar toda esta carga pa’ Chile y de eso tú no te preocupas. Yo necesito pasar sí o sí.
- Pero nosotros no tenemos la culpa de que a vos no te dejen pasar. Necesitamos seguir viaje porque tenemos que ir a laburar, así que por favor corré el camión.
- Mira, yo de aquí no me muevo hasta que no me dejen pasar, po.
Veinte minutos después llegó la policía caminera y tampoco pudo hacer al chileno cambiar su postura. Pobre tipo -pensó Marianela-. ¿Qué culpa tiene él de que acá estemos todos peleados?
Finalmente, el indignado camionero aceptó los múltiples pedidos y levantó su piquete contra el piquete, sin poder conseguir su último objetivo que era seguir su ruta hacia Chile. Y todos los que venía en automóviles, colectivos, ambulancias y traffics pudieron avanzar pensando tal vez, como Marianela, que el sentido común era cada vez el menos común de los sentidos.

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