sábado, 22 de noviembre de 2008

Güemes se revuelve en la tumba

"SIGUE CON SU GUERRA GAUCHA

De Angeli acusó al Gobierno de 'nefasto y retrógrado'

El dirigente lamentó que el kirchnerismo no tenga un plan agropecuario. 'En otros países no pueden entenderlo', disparó."

¡Dios mío!... o ¡Madre mía!, o ¿será posible? o ¡Virgen Santa!, o ¡me cago en Satanás! son todas expresiones que desde hace ocho meses vengo acumulando sucesivamente cada vez que abro el Crítica de (la presidenta de) la Argentina -aunque según Lanata esta mujer sólo es la mujer del verdadero presidente, y no voy a discutir lo que él diga en ese sentido-, observo que a la protesta de los sectores concentrados del agro se la llama "guerra gaucha". Sin ir más lejos en el tiempo, hoy en día se repite la falacia. Más allá del periodísticamente oportuno juego de palabras creo que hay una fuerte intencionalidad ideológica (en realidad todo lo que se escribe es con intención ideológica) pero con una equívoca eficacia: la pelea de los sectores concentrados de la soja contra el Gobierno no se trata en absoluto de una guerra gaucha. Primero, los actuales dueños de la mayoría de las tierras agrícolas son empresarios. Segundo, los empresarios del agro y los chacareros en su mayoría no son gauchos -ni siquiera descendientes-. Tercero, los intereses que la Sociedad Rural y la Federación Agraria defienden no son en medida alguna semejantes a los intereses de los gauchos, sean gauchos del siglo XIX o del XXI. Entonces, ¿por qué confundir a un sojero con un gaucho?, ¿el hecho de tener un campo o trabajar uno convierte a la persona en gaucha? ¿sabrá Lanata lo que es ser gaucho? ¿De Angelis es gaucho? Decir que sí lo es forma parte de una gran deformación de la realidad, una mentira que confunde: el federalismo no se logra cediendo al avance de grupos concentrados de poder económico y financiero.
Alexis Oliva, en una nota llamada Los latifundistas de la comunicación, dice: "La abundante colección de manipulaciones y distorsiones informativas, en torno al conflicto del ‘campo’, revela que lo que aparece como simpatía por la causa es en realidad solidaridad de clase entre los dueños del campo y los dueños de los medios, hermanados en su condición de captadores de renta extraordinaria". Y sigue: "Este ‘aire de familia’ entre la corporación mediática y el agro-empresariado tiene un necesario correlato en el ‘producto’ de los medios, es decir, en sus contenidos periodísticos o línea editorial, porque la ‘reproducción social’ del negocio necesita generar consensos a través del discurso. Tal como los propietarios de los medios con sus primos del campo, la concentración de discurso se hermana con la concentración de la tierra, así como el desplazamiento de la frontera agropecuaria generado por la soja se emparenta con eso que definimos como ‘cerco informativo’."
Más claro, echar agua.

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