Alrededor de 60 mil personas fueron al acto de Plaza de Mayo el pasado primero de abril.
Bueno, como supongo que la mayoría fue a cambio de algo, voy a esbozar lo siguiente: multiplicando por 20 o 30 pesos que se pagó a cada “manifestante autoconvocado” daría entre un millón y un millón y medio de pesos. A los 40 o 50 mil que fueron remunerados por su presencia los dividamos por 40, que es aproximadamente la cantidad de personas que entraría en un micro -algunas traffics también se usaron- y nos va a dar la cantidad bíblica de 1250 micros, todos en fila bien organizados y viniendo de los más variados nichos clientelares de un conurbano bonaerense cada vez más prolífico en lumpenproletariado de Tercer Mundo. Coches rentados, con choferes y combustible también rentados. Pongámosle 300 o 400 pesos cada unidad de transporte, para ser tacaños: entre 400 y 500 mil pesos más que se suman al millón o millón y medio anterior. Sumemos el dinero gastado en afiches a todo color con los que se empapeló la ciudad de Buenos Aires los días previos para invitar al ciudadano a participar de un "acto espontáneo". Varias decenas de miles de pesos de publicidad paraoficial, tal vez -cometas más, cometas menos-. Agreguemos los miles de cocas, choris y otros viáticos típicos de cualquier liturgia peronista -sin distinción de época ni coordenada ideológica-, que habrán significado unos cuantos fajos de billetes más quizá... Ah!, no olvidemos lo erogado en concepto de escenografía y dispositivo de seguridad, que incluyeron los honorarios de los organizadores del acto y de cientos de policías y custodios que debían garantizar la paz y el orden de la "manifestación popular". Y ni hablemos de las jugosas propinas y prebendas dadas -y por dar- a los punteros políticos, dirigentes sindicales, piqueteros, funcionarios y ¿por qué no algún que otro periodista? que arrearon y cubrieron a esos millares de corderos que llegaron a la mítica plaza para ver a su trasnochada pastora. Si seguimos contando y aún siendo mezquinos, vamos a pasar largamente los cuatro millones de pesos que insumieron las acciones de logística de una nueva demostración de fuerzas de un régimen tan conservador como retrógrado. Todo eso pagado con billetes que salen de los bolsillos de todos nosotros.
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