jueves, 15 de octubre de 2009

Si D10S lo pide....



"Que me la chupen y sigan chupando", más de diez veces sonó en la boca del DT anoche en Montevideo. Las puteadas y las agresiones a la prensa sonaron como un grito de despedida, una especie de desahogo final -aunque Maradona es testarudo-, un intento de ajustar cuentas nunca saldadas con ese enemigo confuso, indefinido, generalizable que tiene Maradona desde los inicios de su carrera en el fútbol. Enemigo que existe porque vive del ex campeón. Es complicado lo que tiene por delante Maradona al mando de la Selección -que ganó bien anoche aunque jugó mal como de costumbre-, se me hace difícil pensar en su continuidad, aunque todo puede ser.
La falta de institucionalidad misma del fútbol argentino quedó demostrada, reflejada en todo este proceso de clasificación, y lo de anoche al final del partido fue sólo un botón de muestra. Y no es culpa de un descontrolado Maradona, él es parte del despelote que, proyectado a nivel país, es copia fiel. Y la prensa no es inocente, siempre vivió de Maradona y va a seguir haciéndolo más allá de que Maradona, preso de su egocentrismo, se muestre enojado y se arme todo ese circo que, una vez más, beneficia al poder mediático y sus personeros-que también se mostró enojada y espantada, aunque haga más de 30 años que vive, entre otros curros, de Maradona-.
Si le pidiera prestadas unas palabras a Foucault para hablar de lo que pasó anoche, podría analizar varias cosas interesantes. Primero que todo -dos mangos aparte-, vale aclarar que lo sucedido a nivel estrictamente deportivo es una hazaña histórica del fútbol nacional, ya que se le ganó al Uruguay en su casa después de 33 años, en una final de eliminatorias, y siendo superior al rival -que pateó más a los jugadores argentinos que a la pelota-. Cuestiones que la prensa mundial ha resaltado, pero que los medios argentinos inmediatamente han puesto -con mala leche y oportunismo, claro- en segundo plano, y se preocupó por otras cosas de las que voy a explayarme a renglón siguiente.
Me parece que, con respecto a los dichos post partido, la palabra del DT rompe, se opone a ese equilibrio, esa "normalidad", ese status quo discursivo y mediático que impera y domina las conciencias. Esa palabra de Maradona contra el equilibrio, contra la hegemonía ideológica que impone el deber de decir sólo lo que corresponde, genera un miedo terrible, intolerable en la mayoría de la sociedad, no sólo en las moralistas Doñas Rosas y Susanitas de clase media. Un miedo a la pérdida de control de un contexto discursivo conforme al orden que la sociedad "propone" -en realidad, la mayoría de la sociedad no propone nada, los sectores dominantes social y económicamente se lo han impuesto y luego esa misma sociedad reproduce irreflexivamente el control sobre ella misma-.
Cuando se ataca a Maradona y se lo censura por sus dichos, como han hecho los pediodistas argentinos, también se lo está objetivando mediante sutiles -y a veces no tanto- "prácticas divisorias", que pueden operar bajo diversas formas, como manipular, mentir, presionar, calumniar, discriminar, injuriar, etc., y de las que también participa el resto de la sociedad. De Maradona se dice que es un "villero" (opuesto a "la gente de bien" que vive en barrios acomodados, medios o countries), que es "un negro de mierda" (que se opone a la gente decente, que mientras más blanca y rubia sea, mejor), que "es un drogadicto chiflado" (contrario a "una persona normal, mentalmente sana, sin vicios y que no se droga"), que es "un grosero, vergonzoso, irresponsable total" (contrario a lo decente, lo educado, lo responsable, lo ejemplar), se grita por ahí "Volvé Bielsa, vos sos un tipo serio y capaz" (que se opone a Maradona, considerado poco serio e incapaz); entre una larga lista de etcéteras.
Esta reacción en masa de cierta parte de la sociedad contra el exabrupto de Maradona, de la que habló mucho la prensa, en realidad no es un miedo a Diego, sino el espanto hacia la misma pérdida del propio control (mediático) del discurso, ese mandato casi religioso que impera ritualmente en nuestra conciencia y nuestros actos y que es fundamental para mantener la dominación y domesticación de las personas, violencia simbólica que dice el gran Pierre Bourdieu. Y Maradona, altivo, testarudo y algo desajustado para la función que debe cumplir, siempre se nos va de las manos, se nos sale del control y, viéndose ganador, descarga un fusil lleno de balas de bronca contra los periodistas que no creyeron: "Que la chupen". Tal vez algunos, situados en el polo opuesto de preferencias, piensen que "esos que no creyeron" la tendrán que seguir mamando porque D10S, honestidad brutal mediante, así les condena por falta de fe.

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