sábado, 7 de febrero de 2009

La patada

Me acuerdo de una calurosa jornada de encuestas en Río Cuarto. Yo trabajaba para una consultora de mercado y me tocó recorrer un populoso barrio de Banda Norte, donde debía realizar 10 pesquisas. Rápidamente enganché en la puerta de su casa a una mujer joven, de tal vez 28 o 30 años. A su lado, un niño inquieto de unos cinco años iba y venía por el jardín. El pequeño se trepaba a las rejas que daban a la vereda mientras yo interrogaba a la madre. Muy simpática y predispuesta, a ella no le molestó mucho que yo fuera a encuestarla justo en la hora de la comida (y la cocina). Pasaron los minutos y, sin que ella supiéramos el motivo, escuchamos el grito desgarrado del niño, que a sólo tres metros de nosotros cayó como una bolsa de papas en el suelo. Las yemas de sus dedos estaban negras y lloraba sin parar, y ahí caímos en cuenta de que había trepado al pilar y había recibido una patada del caño de entrada de la conexión eléctrica de la casa. Un instante después un hombre robusto de unos 35 años se asomó por el portón de garaje y comenzó a insultar y culpar a la mujer por lo que le había pasado al menor. Claudia, como fue llamada por su concubino, se partió en llanto y antes de que se perdiera en medio de la desesperación que aumentaba, el hombre de la casa le ordenó que llevara inmediatamente a su hijo al hospital, tras lo cual regresó al living donde estaba mirando televisión. Yo había quedado duro como un tronco mientras la escena transcurría. Naturalmente, no tuve ni tiempo de saludar a la mujer y me fui impactado por el accidente, al tiempo que me percaté de que me quedaban tres ítems para terminar una encuesta bastante larga. Y como hacía calor y no quería terminar tarde mi jornada, “dibujé” las últimas tres preguntas y casi me olvidé del asunto.

viernes, 6 de febrero de 2009

Encachilada

Hace pocos años, Elisa Carrió no se cansaba de repetir que Mauricio Macri era su "límite moral" a la hora de entablar acuerdos electorales con el objetivo de enfrentar al peronismo. Mas parece que últimamente las fronteras éticas de la líder de Coalición Cívica se han corrido más de la cuenta, y ya no se sabe si en vez de estar viendo a una prominente dirigente opositora estamos ante una adolescente encachilada con un compañerito de clase de ojitos celestes que no le da mucha bola. Es que la apuesta de hacer una alianza con el PRO a nivel nacional pero nunca a nivel porteño, no ha salido bien porque es ahora Macri quien le cierra las puertas a la otrora intransigente señora. "Yo no puedo proponer al espacio que lidero (el PRO) hacer alianzas con una persona que no conozco, no la he visto gobernar, porque para cualquier cosa seria se tiene que conocer y dialogar", remató el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. El personalismo, la flexibilización moral unida a un pragmatismo desesperado y la amorfia ideológica le van a jugar en contra a Carrió, en una época donde el país necesita más que nunca de líderes con identidad y capacidad política e ideológica. Aggiornarse a los nuevos tiempos no significa estar obligado a renunciar a esos atributos, que son la fuente de ideas y de principios éticos que pueden ayudar a recomponer las instituciones y enfrentar el robo estructural.

Chocolate por la noticia

Tombolini: Belgrano es un equipo amarrete

El arquero de Instituto criticó el planteo de la "B" en el clásico.


martes, 3 de febrero de 2009

Caseros, 157 años

En la ciudad de Córdoba, la calle Caseros es continuación de Entre Ríos. Caseros es el nombre de la gran batalla que llevó al poder al general Justo José de Urquiza, por entonces Jefe del Ejército Argentino de Operaciones -que tanto sacrificio le había costado armar y preparar a Juan Manuel de Rosas-, y amo y señor precisamente de la provincia mesopotámica que da nombre al otro tramo de la calle.
Si bien el triunfo del entrerriano lo llevó al poder poniendo fin a una guerra interna librada entre facciones del Partido Federal, el mayor rédito estratégico y político lo logró el viejo Partido Unitario, que logró reorganizarse en Buenos Aires, llamar a una constitución nacional y empezar a definir una estructura política liberal. Es decir, forjar un Estado nacional y abrirse al mundo.
Ahora bien, viéndolo desde un punto de vista más amplio, podemos arriesgar que el desenlace de Monte Caseros tuvo proyección no sólo regional -pues era el final de una guerra que también tenía su correlato en Uruguay y el Brasil- sino mundial. Caseros le vino como anillo al dedo a los intereses económicos y políticos de Inglaterra y Francia sobre Sudamérica, y además le dio al Brasil la indiscutible hegemonía sobre la Cuenca del Plata, ya que le permitió no sólo frenar para siempre las pretensiones expansionistas de Argentina sobre el Paraguay y sobre el Estado Oriental, sino también obtener la libre navegación de ríos argentinos que llevaban al Mato Grosso. Y como si fuera poco, el vecino país se aseguraba definitivamente la soberanía sobre nuestras antiguas Misiones Orientales y sobre el tercio septentrional del territorio de Uruguay, además de pasar a ser tutor y acreedor de un Estado Oriental endeudado y debilitado. Sin Caseros, por otro lado, Brasil no hubiera logrado la consolidación del régimen en su interior y la desaparición por largo tiempo de las convulsiones regionales, en un momento en que la continuidad de la égida imperial tambaleaba por la guerra que se avecinaba con la Argentina del temido Rosas. El caudillo bonaerense estaba precisamente interesado en eliminar la influencia económica y política del Imperio sobre el Estado Oriental y recuperar los territorios de las Misiones Orientales, resignados tras la Convención Preliminar de Paz de 1828.
Pero no fue así. Caseros acabó siendo, en este sentido, la más significativa victoria militar brasileña, además de ser el desquite oficial de Ituzaingó, triunfo rioplatense conseguido 25 años antes en suelo enemigo, que no supo ser aprovechado estratégicamente por la diplomacia nacional de aquellos tiempos.
"Si más no hemos hecho en el sostén de nuestra independencia, nuestra identidad y nuestro honor, es porque más no hemos podido", escribió un derrotado y herido Rosas en el crepúsculo de aquel tres de febrero, mientras Urquiza mandaba a fusilar soldados leales al bonaerense y brindaba con el enemigo externo. Rosas, el tirano. El dictador. El Restaurdor de las Leyes. El durante dos décadas Encargado de las Relciones Exteriores de la Confederación Argentina. El caudillo detestado por unitarios y brasileños. El "reo de lesa Patria", según lo declararon los unitarios que conspiraron contra la Patria apoyados por las potencias mundiales y que se hicieron nuevamente con el poder a partir de 1852. El gaucho Don Juan Manuel, amado por el paisanaje y hasta por los indios. El respetado por ingleses y franceses. El innombrable ausente forzado en la nomenclatura de calles, plazas y escuelas de Córdoba. El hacedor de Obligado. El "maldito de la historia oficial", como dice Pacho O'Donell. El de los billetes de 20. El opositor a la "organización nacional". El "godo" católico y tradicionalista. El acreedor del sable corvo que acompañó a San Martín en su marcha libertadora en América del Sud. La espada del grande hombre fue a manos del perdedor de Caseros. Por algo será.